martes, 3 de diciembre de 2013

REFLEXION SOBRE LA NAVIDAD

Estamos en una época muy esperada por la mayoría: La Navidad. Regalos, comida, fiestas y encuentros familiares, armonía, amor, paz, felicidad, decoraciones, el árbol, el pesebre...quizás eso es lo que esperamos de esta época. Pero alguna vez te has preguntado ¿cuál es el verdadero significado de la navidad? ¿es sólo fiestas y celebraciones y ya? ¿Hay algo además de estar en constante celebración?. Si, hay algo más. Ese algo o más bien ese alguien es el protagonista de esta temporada. Sí pensaste que era Jesús, ¡estás en lo cierto!.

Hace más de 2000 años, en un humilde portal de Belén, nació un niño. Ese niño estaba destinado a ser el Salvador del mundo. Nació como muchos niños de nuestro planeta: pobre, rechazado por el mundo, ignorado por su condición de humildad, odiado por los poderosos. Dios quiso hacerse niño y nacer en la más humilde condición, para acercarse más a la humanidad doliente. 

Pero hoy en día, olvidamos el motivo por el que celebramos esta festividad. Nos concentramos en cosas materiales. Ya habrás visto a algunas personas afanadas comprando el árbol, las decoraciones para navidad, comprando comida...Y bueno, eso no es que sea malo, en realidad es bueno porque hace parte de la fiesta. 


No es malo decorar tu casa para celebrar la navidad. No es malo preparar una reunión en Navidad para encontrarte con tus parientes lejanos, ni tampoco es malo comer lo que mamá o la abuela nos preparan con tanto cariño en estas fechas. Lo malo es cuando nos centramos solo en eso y nos olvidamos de JESÚS.

Si, Jesús se siente abandonado en su propio cumpleaños. ¿Te imaginas que el día de tu cumpleaños tu familia decore la casa con globos, compre un pastel, preparen una rica cena, rían, beban, coman, canten y bailen y se olvidan de ti? ¿Te imaginas que hagan una gran fiesta por tu cumpleaños pero que no te inviten? Bueno, pues así se siente Jesús. Celebramos por costumbre, pero olvidamos poner en su lugar al festejado. 
                                       

Pero no todo es malo. Aún estás a tiempo de mejorar las cosas y celebrar la Natividad de Jesús como debe ser, como Él lo merece. Proponte en este tiempo de Adviento a mejorar como persona, para que cuando sea 25 de Diciembre, el niño Dios nazca en tu corazón, un corazón limpio, puro, amoroso, bueno. Averigua en tu parroquia a que horas empieza la Novena de Navidad o de Aguinaldos, esta comienza el día 16 de diciembre. o si no, puedes hacerla en casa con tu familia frente al Pesebre. También puedes hacer pequeños actos de servicio con alguien que lo necesite. Muchas familias no tienen la capacidad para celebrar la Navidad como de pronto tu puedes. Sus recursos no alcanzan para comprar un árbol de Navidad. Dios no te pide que le compres un árbol, pero tal vez puedes ir a visitarlos y llevarles un pequeño mercado con los alimentos básicos, o donarles esa ropa que en tu casa ya nadie usa (pero que esté en buen estado) o los juguetes con los que tu ya no juegas (repito, que estén en buen estado) Puedes explicarles que es la Navidad desde el punto de vista espiritual. Haz que tu familia y amigos te acompañen para que todos se preparen para el nacimiento de Jesús. 
¿Conoces a algún familiar o amigo que esté solo? Invítalo a la cena de Navidad para que no se sienta triste. ¿Alguien que tu conozcas ha perdido a un ser querido y se siente muy solo y deprimido en estas fechas? Acompáñalo y muéstrale que no está solo y que esa persona que perdió se encuentra en el cielo festejando con Cristo.
Pero sobre todo, prepara tu corazón para esta temporada. No basta con tener y tener. Acumula amor en tu alma. En estas fechas solo debemos excedernos de bondad. 

No importa si tu acto de amor al prójimo sea algo mínimo. El solo hecho de acompañar a alguien que se siente solo ahora, es algo muy valioso para Jesús y es el mejor regalo que le puedes brindar.


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